Impulsar al agro: lo que hace falta

Una vez que pase la pandemia, los ojos del comercio global estarán puestos en el mercado de agroalimentos. El Gobierno debe escuchar las propuestas del sector.

Si podemos dar algo por seguro, es que cuando pase la pandemia, el comercio global quedará signado por lo que ocurra en el mercado de agroalimentos. Por supuesto, el énfasis estará puesto en China, que continúa su etapa de ascenso histórico y donde unos 440 millones de personas nacidas en ese país ostentan hoy un poder adquisitivo similar al promedio de los estadounidenses, esto es de unos u$s40.000 anuales. Se trata de la nueva clase media a la que todos miran porque de ahí surgirá una relevante demanda agroalimentaria que ya viene creciendo, con la pandemia incluida y todo.

La pregunta es cuál será el lugar que tendrá la agroindustria en los próximos años en la Argentina. Qué es lo que se le pedirá a ese sector. Sabemos que el modelo económico no puede prescindir del agro, entre otras cosas, y más allá de su competitividad natural, por su indispensable aporte neto de divisas al desarrollo de toda la economía. De la misma forma, que tampoco se puede prescindir de un avance en el desarrollo del sector de la energía (porque directa e indirectamente produce mejoras en la productividad). En cifras, los desafíos quedan más claros. El agro aporta empleo en torno al 7% del total en la Argentina, y participa por el 5% de la actividad del PBI. Es decir, tiene mucho para crecer. Allí entrará en juego la habilidad de los gobiernos para fomentar la inyección de inversión en el sector, el valor agregado necesario para incrementar esa tasa de generación de puestos de trabajo, asociado a la industria. La contracara de esto es el enorme aporte que hace el agro en materia de divisas, que llegan por el equivalente al 5% del PBI.

Aquí y allá surgen propuestas. El Consejo Agroindustrial Argentino planifica llegar a exportaciones anuales por u$s100.000 millones. Piden herramientas de política institucional, de relaciones internacionales, impositivas, financieras y técnicas (con efectos fiscales neutros). Es hora de escucharlos.

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