Diputados Nacionales del PRO rechazan la creación del “Sindicato de Trapitos” en Rosario y van por la tipificación de una figura penal más dura.

Rosario, 11 de Abril de 2024

En respuesta a la idea de establecer un sindicato para respaldar a los “trapitos” en la ciudad de Rosario, los legisladores nacionales Gabriel Chumpitaz, Verónica Razzini, Alejandro Bongiovanni, y Gabriela Besana han expresado su firme oposición y su absoluta predisposición para frenar esta iniciativa que calificaron como “irracional”.

La propuesta de tipificación y de reforma del Código Penal de la Nación tiene sus fundamentos en la conocida “Teoría de la ventana rota”, la cual llevó a la ciudad de Nueva York a reducir la violencia y los delitos de manera estrepitosa en tiempos de Rudolph Giuliani.

Los cuidacoches, conocidos por exigir pagos a los conductores por estacionar en la vía pública, representan una amenaza para la seguridad y el orden público, según los legisladores.

La diputada Razzini agregó: “es incomprensible que en estos tiempos insistan en institucionalizar a las mafias. Hay que terminar con estas ideas de raíz, no se pueden apoyar bajo ningún punto de vista.”

A su vez, Alejandro Bongiovanni argumentó: “No debería existir la actividad de trapitos porque no es un servicio, no cuidan el auto de nadie más que de ellos mismos, se debe prohibir”.

Gabriela Besana, Diputada por la Provincia de Buenos Aires, remarcó: “No se puede institucionalizar algo que es ilegal. No solo no hay que permitir que se conforme un sindicato sino que hay que controlar para que este tipo de prácticas no formen parte de la vida cotidiana de todos los argentinos.”

Gabriel Chumpitaz, sentenció: “los trapitos no son más que delincuentes disfrazados de trabajadores, no vamos a dejar a Rosario bajo la suerte de un grupo de mafiosos. Además de una extorsión, es una apropiación indebida del espacio público”

Lo cierto es que en La Plata se ha formalizado una actividad similar bajo el nombre de “Sindicato de Trabajadores de la Vía Pública”, y los legisladores señalan que esta práctica encubre actividades delictivas y que, de avanzar en esta idea, Rosario tomaría un rumbo mucho más peligroso que el del escenario actual.