Superan los límites del reciclado y usan hasta sachet para sus emprendimientos

Una joven neuquina hace libretas con este material mientras que otra, en Cipolletti, también usa bolsas de alimento balanceado para fabricar mochilas.

Anahí Cárdena y Omar Novoa

Alexia Hale y Josefina Marín desafiaron las formas típicas de reciclado y pusieron a prueba su creatividad, ingenio y pasión por el cuidado ambiental. Cada una por su lado y con su propio emprendimiento, produce mochilas, billeteras y libretas con sachet de leche y hasta con bolsas de alimento balanceado para mascotas.

Ambos materiales tienen características similares. Aunque es dificultoso encontrar formas para reutilizarlos, sus beneficios son amplios al ser resistentes e impermeables. Estas condiciones le sirvieron a Josefina para impulsar “Ecoapuntes”, desde donde ofrece libretas cuya contratapa (esa que apoyamos en todos lados y que muchas veces se moja por algún descuido) está protegida con los sachet. Por su parte, Alexia aprovechó las mismas condiciones, sumado a lo amplias que son las bolsas de alimento balanceado de 15 o 20 kilos, y fabrica bolsas y mochilas en su emprendimiento “A 220”. En este caso, el material es fácilmente identificable y muchos clientes hasta elijen el modelo en función de cuál se parece más a su mascota.

Josefina empezó con el emprendimiento por mayo de 2019, cuando estudiaba diseño gráfico. Para tener un ingreso extra, empezó a hacer libretas para tomar apuntes, con hojas recicladas y cartones, que vendía a sus pares. “Después se me ocurrió usar los sachet para cubrirlas y le daba una impresión de vinilo, entonces ahí quedaba 100% ecológico y económico para el uso de los estudiantes. De ahí salió el nombre Ecoapuntes”, contó la joven de 26 años a LM Neuquén, quien también integra la reciente organización ambiental Re-Accionar. Las tapas de las libretas son de papel madera con un diseño impreso en color negro, por lo que se puede pedir el modelo con la imagen que se desee.

Omar Novoa

Alexia, de 29 años, vive y trabaja en Cipolletti, aunque durante la temporada de verano es guardavidas en los balnearios de Neuquén. Hace unos cinco años que empezó su interés por el reciclado pero fue durante la cuarentena por la pandemia de coronavirus que le dio forma a su proyecto con la creación de bolsas, mochilas y billeteras en las que, además de los sachet, usa las bolsas de alimento balanceado.

El año pasado ya había empezado a incursionar en el material ya que trabaja en la Fundación Alas del Alma, un centro de día y centro educativo terapéutico para personas con discapacidad, donde colabora con distintas ideas en el taller de reciclado, además de tener su función específica como profesora de educación física.

Anahí Cárdena

De un momento al otro, un amigo le regaló 60 bolsas y no lo dudó: puso manos a la obra, armó su cuenta de Instagram y empezó a venderlas a un precio accesible. “Lo que tiene la bolsa es que es súper impermeable, además el material es bastante liviano y, al ser cuadrada, es muy grande y tiene mucha capacidad para poner cosas”, explicó Alexia sobre los beneficios del principal material que utiliza. Por dentro -detalló- tiene una división para poder transportar el equipo de mate y, si se llega a caer agua, el material no se estropea. La bolsa, a su vez, está protegida con friselina, que bloquea por completo los olores que pudieran quedar del alimento balanceado que alguna vez ocupó allí lugar.

Omar Novoa

Clientes sustentables

La mayoría de los clientes de ambos emprendimientos son personas interesadas en el reciclado y que se sienten atraídas justamente por la original reutilización de materiales que también tiene su beneficio en el bajo costo del producto. Las libretas oscilan entre los 250 y 450 pesos, según el tamaño, mientras que las mochilas cuestan 500 pesos.

“A la mayoría les re copa el proyecto en sí, esto de poder reutilizar los materiales y darle vida nueva a cosas que irían a parar al basurero, incluso muchos me ayudan a juntar sachet”, contó Josefina. Y si bien los costos de la materia prima son bajos, la mano de obra juega un rol imprescindible, algo que pocas veces es fácil calcular en términos monetarios. “Es mucho trabajo limpiarlos para una sola persona así que a la gente que ya está comprometida con el medioambiente le pido que me den una mano para eso porque además de armarlo tengo que preparar el material. Hay que desinfectarlo, limpiarlo bien, cortarlo prolijamente. Por suerte la gente está bastante interesada”, destacó la joven.

Anahí Cárdena

Alexia contó que su clientela es particular, al igual que las mochilas que ofrece. No toda la gente se anima a llevar en sus espaldas la imagen de un perro o gato gigante, pero igual tiene su público. De hecho, muchos buscan cuál modelo se parece más a su mascota y se lo llevan, mientras que a otros les atrae el producto como bolsa para hacer las compras.

La joven le puso un valor casi simbólico al producto que ofrece ya que -dice- su objetivo principal no es la ganancia sino el transmitir un poco de su pasión recicladora. “Trato de que eso sea más una donación que querer lucrar con eso. Por todo el trabajo que me ocupa debería costar más, pero bajo el costo por ese fin. Mi intención es que la gente tome conciencia, pueda reutilizar el material y fomentar eso”, explicó.

El reciclado, parte de su vida

El emprendimiento de las jóvenes es sólo una expresión de lo que implica el reciclado para ellas en sus vidas. No solo fabrican y venden productos sino que en su quehacer cotidiano también intentan incorporar la sustentabilidad.

“En casa somos de tomar bastante leche, y al ver que solamente dos personas producen tanta cantidad de basura pensé ‘no me imagino una ciudad entera’. Entonces desde ahí fue que empecé a pensar que este material sirve, que es resistente y que se pueden hacer muchas cosas que sólo tirarlo”, contó Josefina, quien también recibe la materia prima de familiares o allegados.

Omar Novoa

“Es mi forma de generar conciencia en el resto porque por ahí a ellos no les interesa separar la basura, pero si se enteran que vos estás haciendo un emprendimiento inconscientemente estás empezando a meter esa idea de reciclado en el resto”. La joven recuerda su interés por la conciencia ambiental desde el secundario, cuando juntaba materiales a los que nunca terminaba de darle forma y -cuenta entre risas- “me obligaban a tirarlos”.

Ahora, integra la agrupación Re-Accionar, un grupo que busca acopiar materiales reciclables y derivarlos a distintos emprendedores según lo que necesiten. “Está buenísimo esto de generar comunidad y encontrar gente como uno, con los mismos intereses y poder lograr juntos cosas”, subrayó. Para cada libreta se necesitan dos sachet y los restos de los cortes van a parar a las “ecobotellas” (botellas que se rellenan de envoltorios plásticos para diversos usos).

Anahí Cárdena

Por su lado, Alexia contó que “siempre” estuvo “dentro de la movida del medioambiente y del reciclaje”, pero fue especialmente durante la cuarentena que descubrió la satisfacción que le da.

“Siento que el reciclaje es un viaje de ida. Mucha gente se queja que acá (en Cipolletti) no se separa la basura, pero el granito de arena lo tenemos que aportar nosotros”, consideró. “Es separar, aunque sea, lo seco de lo húmedo, y lo húmedo volverlo a la tierra en algún pozo. Más allá de que sea mínimo el aporte, si juntas muchos aportes es un montón”.

Fuente: LM Neuquén

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